Sobre la hojarasca

El latido de tu corazón comienza a sofocarte. Sientes los violentos martillazos en el pecho. Tratas de controlar tu respiración, pero por más que te esfuerzas se te escapa del cuerpo como bufidos estruendosos y delirantes. Contrólate. Respira profundo. Tranquilo. Sin embargo, cualquier intento por serenarte naufraga en la excitación y el nerviosismo. Estás totalmente exasperado. Caminas lentamente con tus sentidos agudizados. Todos los sonidos estallan con una nitidez increíble en tus oídos. Comienzas a creer que estás haciendo mucho ruido y aún te quedan diez metros por recorrer para estar a buena distancia. Y tu aliento como una tormenta, y tu palpitar como un terremoto. Mas nada truena como la hojarasca bajo tus pies, bajo tus botas. Eres un cazador. Caminas lentamente sobre la hojarasca. Cinco metros más por recorrer. Debes llegar a esa roca grande para poder mampostearte. Y llegas. Y ahí está… con toda su belleza y esplendor, imponente, ocupando todo el universo y absorbiendo toda la existencia. Lo vislumbras detenidamente, casi perplejo; te desconcierta tanta inmensidad y hermosura. Por un instante olvidas la impetuosa fogosidad. Luego apuntas.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Cacería de venado cola blanca en Veracruz


Y partimos rumbo al Golfo de México. No íbamos a llegar a la costa, al puerto de Veracruz. No. Nuestro destino era Sochiapa de Bellreguart, verde, vital y hermoso jardín de delicias para la vista y tesoros para la memoria, ubicado en el municipio de Tenampa. Lo que motivó el  viaje fue el anhelo de cazar una de las subespecies de venado cola blanca más exótica y bella, el selvático y tropical veracruecis.


Con el Pico de Orizaba como Norte, conducimos durante seis horas en dirección a la preciosa UMA. Tomamos la salida al Fortín, cruzamos Monte Salas, Monte Blanco, Chocamán, Coscomatepec, Huatusco de Chicuellar y Totutla. Hasta que al fin llegamos a Tenampa. Cuando arribamos rancho, nos recibieron con brazos abiertos y entregados para cumplir sueños mi querido Carlos Ros, Marcos, Minicio, Juan y Bertha. Un equipo espectacular, trabajador y eficaz. Pero sobre todo, a todísima madre.



La primera noche, bajo una carismática y linda palapa, cenamos unas ricas baguetes acompañadas de chiles jalapeños y un par de cervezas. Durante la merienda, los cazadores interrogamos, ávidos de conocer acerca del lugar, del venado de la zona, de la cacería, a Carlos: ¿y aquí cómo se caza, espiando o campeando? ¿Qué posibilidades de éxito das? ¿Qué tal el calor a medio día? ¿Crees que no llueva? ¿Cómo les ha ido a los otros cazadores que han venido? ¿Cómo está el plan para mañana? ¿Cuánto tiene la UMA? ¿Qué tal es el cola blanca de aquí?

Después de tomar un poco de whisky para descansar bien, extendimos encima de los catres los eslipins, nos enfundamos en ellos, y dormimos arrullados por el licor y el cantar de la sierra veracruzana. Sobre nuestros cuerpos dormidos, el sol ansioso por salir esperaba impaciente su turno para poder ser testigo de una de las cacerías más emocionantes que he vivido. Y entonces desperté.

Las cinco de la mañana nos alcanzaron antes de que pudiéramos arrancar la carrera hacia la profundidad de los sueños. Desperté ágil y rápidamente me espabilé. Me vestí y salí a dar voraces bocanadas de aire limpio para sentirme limpio y puro. Afuera golpeaba con sutileza un viento delicadamente frío y se sentía un poco de humedad. Todo mi entorno olía a mañana de cacería, la naturaleza seducía con sus encantos y el aroma a café me llamaba a gritos. Seguía oscuro.

Mi primo, hermano y amigo Memo y yo, desayunamos ligero y marchamos siguiendo a Minicio, dejando detrás los ¡suerte!, ¡tráiganse uno bueno!, ¡éxito!, camino hacia el espiadero, con la expectativa a flor de piel, con las esperanzas hirviendo y con unas ganas enormes de cazar.





La primera mañana no cazamos nada. No vimos nada, salvo loros y otro tipo de aves que organizaron una parranda ruidosa y caótica arriba de nuestras cabezas. Las últimas horas de espiar se escurrieron lentamente, acompañadas de una cada vez más intensa conversación. Como buenos rifleros, bien lo dijo Carlos, luego de un par de horas de espiar, nos ponemos a platicar, un poco al principio, como comadres al final.

Esa tarde nos contó Ros que nunca, en todos los dieciocho años del rancho, había cazado alguien en la mañana, lo que significaba que me quedaban dos oportunidades reales más. La tarde de ese, el primer día de cacería; y la tarde del día siguiente. Las tres mañanas faltantes eran billetes de lotería. Y ya.

Desayunamos chilaquiles con huevo. Una delicia. Y al terminar el desayuno, Minicio, mi guía, nos recomendó salir a apuntar los rifles. Yo me rehusé. Mi Ceska Zbrojovka 550 Lux calibre .30-06 SPR no necesitaba ser apuntado. Confiaba y confío ciegamente en él, pues me ayudó Andrés, mi hermano, un gran conocedor de balísitica, a apuntarlo una semana antes. Sin embargo, de todos modos partimos rumbo a las caballerizas a tirar unos tiros con el .270 WIN de Carlos y su .243 Winchester. Nos reímos un rato y cada quién tiro uno o dos tiros.


Después de disparar, el guía y Carlos me comentaron que para la salida de la tarde no iban a poder acompañarme mis amigos, que a donde me iban a llevar solamente podíamos ir Minicio y yo, caminando o a caballo. Así que decidí que nos fuéramos caminando. Y a la 1.30 PM empezamos a caminar.

Salimos a pie de la palapa. Pasamos las caballerizas y nos engulló el monte.

En el trayecto hacia el espiadero botaron algunas hembras de venado cola blanca, siete para ser precisos. Y justo antes de subir al árbol, a unos cien metros del stand, Minicio se quedó helado, se escuchó el golpeteo y el crujir de ramas y me volteó a ver soltando en un suspiro ¡macho! De seis puntas. Esa expresión me volvió a encender, a llenar de emoción. Ese venado al rato, como a las cinco y media va a ver que va a entrarnos. Eran las tres treinta de la tarde. La caminata había durado dos horas húmedas, gélidas y algo cansadas.

Durante la espiada, en la primera hora, vimos tres hembras distintas. Cada que entraba una, me aferraba a mis binoculares con la inútil ilusión de que de pronto de crecieran cuernos. Pero mis esperanzas, todas, acababan naufragando en la isla del desengaño y la derrota. Empero lo anterior, una llama siempre se mantuvo encendida, pues todas las hembras súbitamente comenzaban a sentirse muy nerviosas, a actuar de forma muy inquieta. Por ahí debe andar un macho, decía Minicio. Sienten que algo viene. No es normal que actúen así de perturbadas.







Dos horas y nada. No obstante, a las 5:40 decidí asomarme al pie del árbol donde pacientemente esperábamos para…por si las dudas. Y ahí lo vi, a un venado macho. Inmediatamente me inundé en nervios y ansiedad. Lo tenía a escasos ocho metros. Y le dije a mi guía, que ahí había un macho; y él que pos entonces no se mueva; y yo, pero necesito verlo con los lentes; y él que no, que no se mueva. Yo ahorita lo checho. Y yo sudando, paralizado, tenso. Y él, es de cinco puntas, joven. Y yo que no creo que me importe; y él que aguántese que nos está viendo. Y ahí frente a nosotros se detuvo, me quedé mirándome con el venado. Nos veíamos fijamente. Él abajo, a unos cincuenta metros, con las orejas extendidas y con un hielo de alarma que lo mantenía totalmente estático. No se mueva. No se mueva. Y yo sin poder colocar mi rifle, sin poder echarle los binoculares ni ponerle la cruz de la mira telescópica para verlo mejor.

En la punta de mi nariz una gota de sudor pendía delicada y vacilante. Y cayó.

Luego de una febril y perturbadora quietud de cinco larguísimos minutos el venado nos dio la espalda y se dirigió rumbo al comedero, lentamente, con la cola blanca revoloteando. Y por fin pude subir mi rifle y subirle una bala a la recámara.

Aguántese que allá va a entrar otro mejor. ¿Dónde? Allá, del lado derecho, se ve rojizo; viene con una hembra. Ya va caminando para el comedero. Por fin lo vi. Claro que era un venado mejor. Se le veía en el cuello pesado, en el andar sigiloso y pausado, pero sobre todo en el color, el grueso y el perlado de los cuernos. No me preocupé ni por la cantidad de puntas. Era venado viejo y eso era lo importante. Mas tenía que andarme con cuidado. Porque ahí seguía el otro, el asustadizo y joven macho que se le veían intensiones preocupantes de arruinarme el momento, la fiesta de sentimientos y sensaciones. No se mueva, que si ese otro corre, va valer madres todo.

¿Está viejo el venado, verdad?, pregunté. Es venado viejo. Sí, me respondieron.

Con el mayor disimulo, con toda la parsimonia que pude, apunté al cola blanca. Los últimos rayos de sol lo impactaban directamente, por lo que se veía majestuoso, iluminado, solar. Coloqué la cruz de mi mira telescópica en el hombro del macho y comencé a apretar el gatillo. Detonación. 150 granos volaron. Golpe seco. Muerte súbita, ética, humana. Escándalo. Alegría. Emoción. Luego del disparo, el venado yacía inanimado, inmóvil, quieto, pasivo. No sufrió. Simplemente un ser vivo mortal había muerto con dignidad, sin perecer escuálido y morir devorado por las bestias carroñeras. Pronto colgará como un trofeo querido, entrañable, inmortal. Esa tarde obtuvo su boleto a la inmortalización.

Nos tomamos las fotografías. Comentamos la caza mi guía y yo. Luego caminamos a un punto alto donde podían pasar a recogernos. Qué felicidad. Tenían dos años de no cazar cola blanco en Sochiapa de Bellreguart. Fui el afortunado en cambiar esa suerte.













Esa noche celebramos. Cenamos delicioso, bebimos algunas copas para festejar y sostuvimos una interesantísima conversación sobre los venados cola blanca de México, los estudios realizados sobre éstos y su cacería con Carlos Ros.

El resto de la cacería consistió en comidas exquisitas, veladas sabrosas y amenas, en recorridos por el rancho, que es uno de los más bonitos que he conocido en mi vida.












En fin, fue un éxito. Y por ello agradezco a mi amigo Carlos y a todo su equipo.











El regreso de Veracruz fue más como el retorno de un sueño realizado y cumplido.

Fin.



2 comentarios:

  1. MI ENOC ...META CUMPLIDA..Y CONTINUAS EN BUEN RUMBO AL TRUMLER...EN HORA BUENA Y FELICIDADES POR TU OPTIMISMO....

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